Mostrando entradas con la etiqueta pareja. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta pareja. Mostrar todas las entradas

La pareja (Microrrelato)

Se despedían en la puerta de embarque. Mientras sus labios se fusionaban en un beso húmedo, apasionado y caliente, sus mentes recordaban la noche de ayer.

Prepararon la cena pero sabían que era la última antes de decirse adiós y la dejaron en la mesa sin tocar. Se abrazaban y rápidamente se quitaron la ropa para poder saborearse besándose por todo el cuerpo. Estaban calientes, deseando poder entregarse mutuamente.


Se miraban, solo con la mirada sabían lo que querían. Entendió el mensaje de sus ojos y se movió con velocidad hasta el sexo de su pareja. Lo lamia, lo saboreaba, jugaba sin parar hasta que los jugos sexuales aparecieron. Se retiró y con la mirada comprendió también el mensaje. Su pareja hizo lo propio y se recostó en la cama para recibir su parte. La lengua de su amor le proporcionaba siempre mucho placer pero esta vez el placer se elevaba al máximo al saber que se tenían que despedir al día siguiente. Gozaba, gritaba y se movía hasta que también llegó al orgasmo. Saboreó hasta la última gota .

Juntaron sus caras en la almohada observándose hasta dormirse por completo.

La azafata anunció el vuelo. Se separaron. Se dijeron el último adiós recordando su última noche.


Doncella y amante

- ¡Genial! ¡Ya tengo el paquete que pedí! ¡Al fin llegó!

Hacía casi un mes que había pedido un disfraz de doncella y ya lo tenía en mis manos. En la página donde lo compré tenía muy buena pinta pero ahora era el momento de la verdad. Abrí corriendo el paquete sin ningún miramiento, rompiendo por completo todo el paquete. El disfraz estaba compuesto por un vestido negro hasta mitad del muslo, un pequeño delantal negro con borde blanco y un lazo para el pelo. El vestido es muy sexy con los laterales semitransparentes y en la parte de atrás tiene una tira blanca que cruza la espalda para poder ajustarlo. Me lo probé todo, me mire al espejo y me encontré muy sexy.

Después de probarme el vestido llamé inmediatamente a Luismi para pedirle que no hiciera planes para por la noche.

Cuando llegó a casa le pedí que cogiera dos copas, abriera una botella de vino, pusiera velas y algo de música para hacer el momento más acogedor. Mientras él acondicionaba el salón yo me estaba preparando en la habitación. 

Me puse mascara de pestañas que hacía que mis ojos fueran más luminosos, me pinté los ojos para darles un aspecto atigrado y me puse un gloss en los labios que los hacía muy apetecibles, incluso para mí. Me enfundé las piernas en unas medias con liguero y un tanga negro de encaje y rematé mi disfraz con unos tacones infinitos que afilaban mis piernas y resaltaban mi culo. Me miré por última vez al espejo, me alisé el traje y me dispuse a salir de nuestro cuarto. 

Según iba andando por el pasillo, a propósito, hacía sonar fuerte mis tacones al ritmo de mis caderas. Cuando llegué al salón, Luismi estaba sentado en el sofá fumando un cigarro, me miró y dijo:

- Wow, estás… estás… wow

Al mismo tiempo que balbuceaba esas palabras, su pantalón cobró vida una muy evidente erección se hizo visible.

Giré sobre mí para que me viera bien y pasé por delante de la mesa cotoneando mi cuerpo hasta sentarme a su lado en el sofá. No dejaba de mirarme de arriba abajo y su erección parecía que también quería mirarme.

- Veronika, estás tremenda. Estás muy sexy y muy guapa. A ver, levántate otra vez y déjame verte

Me puse de pie como me había pedido, me ajusté bien el pecho y le hice un pequeño pase hasta terminar con mi culo en pompa y levantándome la parte de atrás de la falda mostrándole el tanga y tapándome la boca con la mano como si hubiera hecho algo malo. Este último movimiento le provocó que se mordiera el labio inferior deseándome más si cabía. 

Me volví a sentar a su lado. Le di un beso en la mejilla y me moví rozando con mis labios su cara hasta la oreja y le dije susurrando al oído.

- Hoy voy a tu ser cocinera en la cocina, doncella en el salón y amante en la cama

Con la punta de mi lengua pasé por el perfil de su oreja lamiéndola por completo y Luismi se estremeció de placer.

Nos levantamos del sofá y nos fuimos a la cocina para preparar la mesa. Mientras cortaba las verduras para la cena, Luismi se acercaba a mí por detrás y pegaba su entrepierna a mi culo para que notara su enorme erección. Al mismo tiempo que se frotaba contra mi pasaba su manos por debajo de la faldita y el tul de disfraz y levantaba los elásticos de mi tanga para acariciarme el pubis. Con uno de sus pulgares jugaba con mi clítoris mientras que con la otra mano dibujaba mis labios que empezaban a mojarse. Sin que él me viera cerré los ojos de placer y me mordía el labio al tiempo que apretaba mi culo contra él.

- Luismi, déjame terminar de cortar esto porque como sigas me voy a cortar un dedo
- Ok, ok, te dejo tranquila

Me besó en la mejilla saco sus manos de mi tanga y se chupó el dedo corazón que se veía brillar untado por mis fluidos

- Mmmm, que rico aperitivo.- y me guiño un ojo

Con la cena ya lista nos dispusimos a disfrutar de la comida y del vino sentados uno enfrente del otro para así poder mirarnos a los ojos. Sin que él se diera cuenta me quité un zapato, extendí mi pierna y comencé a subir por una de las suya hasta llegar a su entrepierna. Me miraba sorprendido

- Si quieres acabar de cenar, estate quieta
- ¿Qué! No estoy haciendo nada.- y acompañé esa frase con un viaje de mi lengua por mis labios para mostrarle lo caliente que estaba.

Terminamos de cenar y nos dirigimos de nuevo al sofá. Brindamos de nuevo por nosotros y le quite la copa de la mano y la puse en la mesa. Me subí encima de él y comenzamos a besarnos. Me puse el escote por debajo de los pechos para dejarlos al aire e inmediatamente Luismi empezó a lamerlo y chuparlos. Le agarre fuerte del pelo y tire de su cabeza para atrás para volver a besarnos y jugar con nuestras lenguas en un baile muy mojado. Con él a mi merced me frotaba y me frotaba contra su pene a través del pantalón. Le oía gemir con mi boca pegada a la suya. Yo seguía y seguía restregando contra él, mi orgasmo iba a llegar. Me apretaba, fuerte, más fuerte y rápido, más rápido. ¡Oh sí, aquí está mi preciado placer! Me quede encima de Luismi, respirando hondo mientras me acariciaba. Me levante y me percate de que sus pantalones tenían una pequeña mancha como si estuvieran mojados. El orgasmo fue tan intenso que había traspasado el tanga y le mojo el pantalón. Le miré un poco sonrojada y le dije:

- Ups, perdón
- Veronika, no seas tonta, si llegas a moverte tres veces más los pantalones estarían manchados también por dentro. Por cierto, ¿A dónde crees que vas?
- Voy a…

No me dio ni tiempo a acabar la frase, me agarro del brazo fuerte y tiró de mí, me quitó el tanga, me inclino contra el sofá y sin esperarlo, por lo rápido que se quito el pantalón, me penetro fuerte, hasta el fondo. “Otra embestida como esta y me corro otra vez” pensé. Volvió de nuevo a penetrarme fuerte y grite de placer “Ah, joder, sí, que gusto”.

Estaba completamente desenfrenado, me embestía con fuerza, con mucha fuerza. Agarró una de mis piernas y la puso encima del sofá, estaba abierta por completo para recibirle de nuevo hasta el fondo. Salió y al tiempo que entraba de nuevo me dio una azote. Nunca lo había hecho antes pero el picor y el calor que se produjo en mi culo me excito más. Le pedí que lo hiciera otra vez. ¡Plas, plas! Sonaban los azotes en mi culo

- Sí, cariño, otra vez, hazlo otra vez, más fuerte

Me penetro tres veces más al mismo tiempo que azotaba.”Dios, que placer me estaba dando”. De repente me cogió de la coleta y tiro de ella como si fuera las riendas de un caballo. Empujo fuerte de nuevo y se corrió, tirando de mi coleta y agarrando fuerte mi cadera. Gritamos los dos como locos del orgasmo que estábamos teniendo.

Agotados, sudorosos y con la boca seca nos dejamos caer en el sofá y nos bebimos de un tirón lo que quedaba en nuestras copas.

Me miró sonriendo y me dijo, con la respiración entrecortada:

- Si alguna vez te vuelves a poner ese vestido para limpiar no te doy tiempo a que cojas la escoba

Nos reímos a carcajadas.

Un día hice la prueba. No me dio tiempo ni abrir el armario de la limpieza.

Definitivamente el dinero gastado valió la pena.

Spa y jacuzzi

- Dani, cariño, ¿tienes planes para mañana?
- No, no tenía pensado nada
- Muy bien pues nos vamos a un spa mañana
- Ah, que bien, suena muy apetecible

A la mañana siguiente nos levantamos, tomamos un gran desayuno y nos preparamos para ir al spa. Me fui hacia el armario y elegí uno de mis bikinis favorito; uno negro que se ata a la nuca y se ajusta perfectamente a mi pecho y con lazos en la cadera para que se pueda atar fácilmente, es uno de los bikinis con los que me siento más sexy.

Llegamos a la recepción del spa y nos entregaron unos albornoces y unas toallas. Después de cambiarnos en los vestuarios nos dirigimos a la piscina climatizada. Entramos y no había nadie. Teníamos la piscina para nosotros solos. 

Nos metimos en la piscina y disfrutamos de la calidez del agua haciendo unos cuantos largos. Al cabo de un rato comenzamos a jugar haciéndonos cosquillas y persiguiéndonos. Nos reímos, nos abrazamos y nos fundimos en un beso muy cálido. La conjunción de la semidesnudez, el agua y la temperatura hizo que el beso fuera muy apasionado. 

Mientras estábamos abrazados y besándonos nuestras entrepiernas se juntaban haciendo presión una contra otra. Pasé  mis piernas por encima de las caderas de Daniel y me pegué más a él. Al estar en el agua en esa postura podía subir y bajar sin mucho esfuerzo frotándome contra él.

- Caroline,  ¿qué haces?
- ¿Qué pasa, no te gusta?
- Sí, claro que me gusta pero es que hace un rato entró una señora y nos está mirando

Me puse colorada como un tomate, estaba tan concentrada en Daniel y en la postura que ni la había visto ni oído. Daniel se echó a reír y yo quería morirme pero me había calentado tanto la situación  que ya estaba encendida y estaba decidida a hacer algo más. 

- Dani, ¿nos vamos al jacuzzi?
- Sí, me das unos minutos porque ahora mismo no puedo salir del agua. Ya sabes, gracias a ti no es plan de ir señalando a todo el mundo y no precisamente con el índice.

Fue una chorrada pero me hizo muchísima gracia. Me abrace a él de nuevo y le besé otra vez. Por cosas como esas, hacerme reír y ser tan cómplice conmigo, le quiero tanto.

Salimos de la piscina y nos fuimos a la zona de spa con jacuzzi, baños de vapor, saunas, sala de olores, etc. Fuimos saltando de una habitación a otra y probando  todo, hasta que ya nos decidimos por meternos finalmente en el jacuzzi. Según bajábamos los escalones para meternos en el agua saludábamos a la gente que ya estaba dentro, unas 4 personas.

Nos sentamos y disfrutamos del agua caliente y de la fuerza de las burbujas que chocaban contra nuestro cuerpo. Daniel se recostó  poniendo sus brazos en el borde del jacuzzi y yo apoye mi cabeza en su pecho. ¡Estábamos en la gloria y muy relajados!

Con la relajación del momento casi me quede dormida pero lo que me mantenía despierta era un pequeño chorro de burbujas que golpeaban a ratos mi pubis. Me acomodé mejor y el chorro de burbujas ya era continuo. Las burbujas subían y acariciaban rápidamente desde la parte baja de mi vagina hasta rozar mi clítoris. Cada vez que pasaba una burbuja mi querido botón de placer se hacía más grande y la excitación crecía al mismo tiempo.

Disimuladamente acaricié el estomago de Daniel, fue bajando hasta la goma de su bañador, lo desaté y metí mi mano. Con la complicidad de las burbujas y la espuma que esta hacían empecé a acariciar sus testículos, Daniel ni se movía, parecía estar disfrutando. Seguí jugando con ellos mientras subía la mano. Su pene ya estaba firme y erecto, al tocar su erección comencé a masajearlo. Daniel movió la cabeza, me miró de reojo, me agarro una pierna y tiró de mi para que me subiera encima de él. La gente nos miraba por el movimiento rápido que acababa de hacer pero no pasó de allí su atención.

Encima de Daniel me acosté en su pecho pero esta vez presionaba mi entrepierna, que ya estaba muy excitada, contra su pene duro y erecto. Entre su cuerpo y el mío metí las manos en el agua y saque su pene del bañador. ME incorpore sin que nadie se diera retire mi bikini hacia un lado dejando mis labios mi vagina expuestos a las burbujas y al agua caliente.

Me volví a echar encima de Daniel. Empecé a moverme muy despacio hasta que la punta de su pene entro en contacto con la entrada de mi dilatada vagina. Al estar a las puertas de mí, comencé a bajar para tener a Daniel completamente dentro. Los dos empujamos, con movimientos sutiles e imperceptibles por el resto de la gente, hasta que me penetró por completo.

Movía mi cadera despacio, notando como su pene recorría todo mi interior acariciando las paredes. Apretaba los músculos de mi vagina para hacerla más estrecha y que el roce de su glande dentro de mi fuera más intenso. Daniel a su vez empujaba y tiraba de mí hacia abajo para penetrarme lo más profundo posible. En cada movimiento mi clítoris se hacía más grande y más sensible, notando como se rozaba por su pubis. No apretábamos más y más el uno contra el otro hasta notar nuestros huesos. Arriba y abajo, despacio, muy despacio para que nadie notara lo que estábamos haciendo. 

Me acerqué a su oído y le dije:

- Cariño, estoy muy cachonda, quiero que te corras pero no hagas ruido, ahógalo de alguna manera
- ¡Oh Caroline, no sé si podré, esto es una pasada!
Seguí moviendo mis caderas como si estuviera bailando la danza del vientre. Adelante y atrás, adelante y atrás, fuerte, presionando, mojada por el agua cálida y por mis excitación.
- Caroline, amor, ¡me voy a corre.- me dijo al oído

Un golpe de cadera, otro golpe de cadera y noté como se corría dentro de mí. En cada latido de su pene, su orgasmo chocaba contra mis paredes. En el último movimiento que hice, Daniel soltó un ¡Oh!, muy ahogado. Nadie le oyó. Uno golpe, dos golpes y mi orgasmo llegó. Me apoye en su hombro para que mi gemido no se oyera.

Allí, en el jacuzzi, nos quedamos los dos quietos, parados esperando que los espasmos de nuestros sexos se detuvieran.

Bienvenida a LA NOCHE

El día empezó de lo más tranquilo. Teo en casa en su día libre y yo de camino a la oficina. Nos despedimos en la puerta de casa deseándonos buen día y esperando vernos de nuevo por la tarde.


Poco después de la hora de comer, Teo me dijo por skype:



- Hola cariño, ¿te vas esta tarde a tomar algo después de trabajar?

- Creo que sí, vamos a celebrar los buenos resultados.
- Ok, es que tenía pensado en pedir unas pizzas y comprar una botella de ron y darte una sorpresa.
- ¡¿En serio?! pues entonces salgo pronto, me tomo algo con ellos y voy para casa.
- ¡Vale, genial! Hazme un favor, cuando vengas llámame y cuando estés a 5 minutos de casa también, ¿vale¿
- Claro que sí. Te quiero
- Yo a ti también, Noelia.


Cuando salí de la fiesta con mis compañeros de la oficina, hice lo que Teo me dijo. Le llame pero me colgó. Continué caminando hacia casa y cuando estaba a unos 5 minutos volví a llamarle, esta vez si respondió:



- Hola Noe, cuando llegues a casa abre tu, que yo no voy a poder

- De acuerdo


Colgué extrañada. ¿Qué se trae este entre manos? Bueno, ahora cuando llegue lo descubro.



Al llegar a la puerta se veía una luz muy tenue a través del cristal, abrí y la casa estaba solamente iluminada por unas cuantas velas en la mesa del salón, otras en el suelo y alguna mas esparcida por el salón. En los altavoces sonaba “No ordinary love” de Sade, nuestra canción. En el extremo del sofá estaba Teo, son unos vaqueros grises, una camisa blanca, una americana también gris y unas botas negras. En su mano derecha sostenía una copa.



Me quedé completamente sorprendida ya que la imagen era muy romántica y muy sugerente.



Me senté a su lado, le di un beso y me entrego otra copa. Sin decir nada, señalo la mesa en la que había dos sobres. Cogí el primero:



Hola Noelia y bienvenida a LA NOCHE

Esta noche espero que sea algo especial y que permanezca en tu memoria durante mucho tiempo. 

La noche consistirá en lo siguiente:

- Copa de bienvenida (la cual ya tiene en tu mano)
- Aperitivos
- Cena
- Juegos 

Los juegos estarán divididos en dos partes. La primera te la explicaré cuando termines de leer esta carta y tendrá lugar en diferentes zonas de la casa y la segunda parte se desarrollará en la habitación, la cual está acondicionada para la ocasión.

Espero que disfrutes y que sea inolvidable para ti.

Te quiero,

Teo.
Al terminar de leer la carta volvió a señalar la mesa y me indicó que cogiera el segundo sobre. En él había una tarjeta que tenía escrito que me quería y que era lo más importante de su vida. Tengo que decir que me emocione un poco. Cuando acabé de leer le dije:


- A ver, explícame la primera parte.

- Pues lo primero que quieras es que te cambies, que te pongas un vestido sexy, tacones  medias. Después lo que quiero es que esta noche tienes que hacer todo lo que yo te diga y me tienes que dejar hacer todo lo que yo quiera, ¿vale?


Le miré extrañada pero confío en él



- Ok, me parece bien.

- ¡Genial! Pues la primera orden es: cuando llegue el pizzero quiero que le abras la puerta vestida solo con una americana mía que te quedara justo por debajo del culo, medias de rejilla y tacones.
- Mmmm… Venga, vale, me parece algo divertido.
- Pues venga, cámbiate antes que venga.


Me fui a la habitación y elegí un vestido negro que se anuda detrás de la nuca y queda por encima de las rodillas.



Cuando volví el pizzero estaba llamando por lo que no me dio tiempo a cambiarme otra vez, así que decidí abrir el escote hasta justo el límite de mis pezones y subirme más el vestido; este al ser sedoso formaba mi cuerpo y hacía notar mis pezones que ya estaban erectos. Abrí la puerta y el chico de la pizza se quedó sin saber que decir. Cogí la pizza de sus manos y Teo se acerco para pagarle. Cerró la puerta y nos reímos.



- Muy bien, cariño. Lo has hecho muy bien. Dentro de poco vendrá la siguiente prueba.



Nos volvimos a sentar en el sofá disfrutando de un ron con Coca-Cola y los aperitivos. De repente Teo se acerco a mi cuello y comenzó a besarlo de manera muy sensual. Pasaba su lengua suavemente por mi cuello, lo besaba y me susurraba al oído que me deseaba. Me excitó mucho.



Calentamos la cena en el microondas y cenamos. Mientras cenábamos me hacía preguntas subidas de tono que hacían la conversación muy divertida y excitante. De vez en cuando metía su mano por debajo de mi vestido y acariciaba mis pechos con una mano y con la otra subía por la pierna hasta rozar con sus dedos mi tanga. Cada vez me estaba calentando más.



Terminamos de cenar y nos servimos otra copa. En los altavoces se escuchaba “Let get it on” de Marvin Gaye y me dijo:



- Quiero que bailes de manera sensual esta canción para mí



Me levanté y dejé que el ritmo de la música se metiera dentro de mí. Me contoneaba delante de él, pasaba mis manos por mi cuerpo de arriba abajo, tocándome el pecho y acariciándome las piernas. Me sentía, sexy, seductora. Me acerqué a él, que continuaba sentado, me puse de espaldas y con un movimiento muy sensual bajaba hasta frotar al ritmo de la música mis nalgas contra su entrepierna. Podía notar su erección pero él no podía notar mi humedad. Cada vez estaba más y más excitada.



La noche siguió y la conversación cada vez subía más de tono.



- Noe, ¿Cuándo fue la última vez que te masturbaste?

- Jeje, mira que preguntas me haces. Pues…eh…esto… hace tres
- Ah, ¿sí? ¿y cuándo, donde, estaba yo en casa?
- Te acuerdas cuando estabas con la espalda dolorida y te hice sexo oral.
- Sí, claro, como olvidarlo.
- Pues cuando terminaste estaba tan caliente y mojada que me metí en la ducha y me masturbe.


Nos reímos los dos y nos fundimos en un beso que hacía, si cabía, que mi excitación fuera más grande. Cuando nos separamos me miró con ojos golosos y me dijo:



- Quiero que hagas otra cosa pero no quiero que te sientas incomoda

- Dime
- Quiero que se sientes en ese sillón y te masturbes para mí.
- Eh… bueno… es que me da mucha vergüenza. Lo hago si tu también lo haces
- Vale, trato hecho.


Me senté en el sillón, me quite el tanga y empecé a tocarme. Le mire como se tocaba él también, era una situación extraña para mí pero me estaba gustando. Me levanté y me senté a su lado. Los dos seguíamos masturbándonos.



- Noe, relájate y disfruta.- me decía mirándome a los ojos.



Le hice caso y seguí jugando conmigo misma. Cerré los ojos, me tocaba y mi respiración aumentaba. Seguía tocando y jugando con mi clítoris, estaba disfrutando haciendo que mi humedad fuera inmensa. Más rápido, mis dedos se movían más rápido, con mas ritmo hasta que ¡Sí, sí, oh, sí! Cogí su mano para que notara como mi vagina palpitaba fuerte después de tener el orgasmo.



- ¿Qué tal? ¿Te ha gustado verme?

- Me ha encantado, Noe. Verte disfrutar me excita mucho


La botella de ron bajaba sin que nos diéramos cuenta, estábamos disfrutando mucho el uno de otro. Durante un tiempo no me ordenó más pruebas pero entre copa y copa se agachaba y lamia mis pezones, besaba mis pechos, acariciaba mi cuello o me tocaba los labios que estaban completamente hinchados y mojados. Deseaba que me tirara en el sofá y me penetrara pero su plan era otro. Su plan era acabar la noche acostados haciendo el amor mientras durante el resto de la velada estaríamos excitados, calientes, ardientes para así llegar al final deseándonos al máximo.



Tomó el último sorbo de su copa y metió la mano en el bolsillo interior de su chaqueta. Saco un antifaz y me lo puso en los ojos. No veía nada solo le oía moverse, alejándose. Escuche unos tintineos pero no supe adivinar lo que era. Volvió, me cogió de las manos y me guio por el salón. Me llevó a la cocina. Gentilmente me guiaba hasta que mi culo toco con el borde del mesa. Completamente a oscuras notaba como se agachaba hasta que agarro mi tobillo derecho y alrededor ató una esposa acolchada. Se movió hasta el izquierdo e hizo lo mismo. Con sus manos acarició mis piernas hasta llegar al vestido y me lo subió por encima del pubis. Metió la mano por el elástico de las medias de rejilla y las rompió de un tirón brusco que causó un gemido de placer en mí. Pasaba con su dedo por encima de tanga y tiro de él hacia abajo arrancando otro gemido y produciendo mas excitación y humedad a mi sexo. Notaba su aliento cálido en mi vello, notaba sus dedos tocando mis labios, jugando con el botón de mi placer. Su lengua recorrió la entrada de mi vagina empapando su cara. Me encorvaba, gemía, gozaba y gritaba de placer. ¡Sigue, no pares! ¡Sigue!, pensaba pero se percató que estaba a punto de llegar al orgasmo y se detuvo. Se levantó lentamente, parándose en mi pecho, besándome en el cuello, besándome en la boca y me susurró:



- Hasta aquí, luego continuamos.



Me moría, quería matarlo por haberme dejado así pero él mandaba así que obedecí. Se volvió a acercar a mi oído y me dijo:



- Ahora te toca a ti.



Me agarró por debajo de las axilas y me ayudó a ponerme de rodillas ya que aun seguía atada a la mesa. Ya con mis rodillas en el suelo y completamente sumisa pasé una mano entre sus piernas y acaricie sus nalgas mientras con la otra jugaba con sus testículo y al mismo tiempo lamia todo el tronco de su pene desde la base hasta la glande. Solamente con la punta de mi lengua acariciaba el frenillo para darle el máximo placer. Su glande, rosado y brillante deseaba introducirse en mi boca. Lo lamí y saboreé por toda su circunferencia hasta introducirlo como una débil fresa en mi cálida boca. Caliente, duro y sabroso lo introducía más y más. Jugaba con mi lengua con él sin sacarlo de mi boca. Apretaba mis labios y recorría toda su longitud hasta sacarlo entero de mi boca. Nunca había visto a Teo disfrutar tanto, su cara de placer y sus gemidos eran algo que me estaba llevando casi a un orgasmo sin ni siquiera tocarme.



- ¡Para, para! - me dijo. – No quiero correrme todavía, aun queda mucha noche.



Se inclinó y me quitó el antifaz, me miró a los ojos y me besó.



Ya libre de mis ataduras me agarro la mano y me llevó de nuevo al salón.



- ¿Sabes qué?, voy a traer lo que estaba preparado en la habitación que aquí estamos bien.

- Ok, me parece genial.


Cuando regresó, traía en su mano unos papeles, un dado, dos fichas, un plátano y una manzana.



- ¿Qué es todo eso?

- Pues es el material que necesitamos para jugar a este juego de mesa.
- ¡Me gusta, parece muy divertido!


Los papeles eran los diferentes tableros que se necesitaban para jugar. Los primeros eran sencillos, con pruebas y juegos para subir la temperatura: muerde la oreja de tu pareja, esconde el dado en tu cuerpo y que tu pareja los busque… cosas así pero en los últimos la cosa era distinta.



Llegamos al cuarto tablero completamente desnudos, que era como había que jugar en ese nivel. Yo miraba el tablero deseosa de caer en una casilla en especial. Teo se acariciaba su pene para mantener su erección y yo…yo no necesitaba tocarme, necesitaba que me tocara, que me penetrara. ¡Estaba completamente fuera de control!



Tiré el dado y salió un seis. Uno, dos, tres cuatro, cinco y seis. ¡Sí, sí, la casilla que yo quería! “Siéntate sobre el regazo de tu pareja durante un turno”.




- Uy, cariño, perdón, me tengo que sentar encima de ti.


Me levanté del sofá y me senté en su regazo de espaldas. Según me acomodaba me frotaba para que notara mi humedísima vagina contra su pene. Me frotaba, me restregaba. Deslicé mi mano y acaricie su pene. Los dos al unísono soltamos un ¡ooh! ¡Ya lo tenía! Lo agarré, me incorporé un poco y comencé a jugar con su pene, duro, durísimo. Lo pasaba por la entrada de mi sexo, por mi clítoris hasta que no pude más y sin ningún esfuerzo me los metí entero hasta el fondo. ¡Sí, sí! ¡Ya está dentro! Al estar en esa postura llego hasta el fondo y tocó el fondo. Estaba gozando.



Me agarro fuerte de las nalgas para que me moviera arriba y abajo pero ahora tenía yo el control. Me quedé pegada a él y lo único que hacía era mover las caderas adelante y atrás como una bailarina de danza del vientre.



- ¡Oh, Noe, cariño, que gusto! ¡Sigue, no pares!



Continuaba con mi danza. Sentía mis flujos salir y empapar sus testículos. Mis labios abrazaban su pene para no dejarlo marchar. Adelante y atrás, arriba y abajo.  Teo presionaba como si quisiera desaparecer dentro de mí y con cada embestida llegaba a la pared del fondo y hacia que mis gritos de placer fueran enormes.



- ¡Sí, Teo, sigue! ¡Más, más! ¡Oh, Dios mío, voy a llegar, me corro, me corro!

- ¡Sí, Noe, córrete, córrete!
- ¡Síí, ahhh!- Gritamos a la vez.


Notaba como me inundaba por dentro. Notaba su ardiente orgasmo dentro, golpeando todo mi interior.



Los latidos de nuestros sexos se sincronizaron y palpitaban al mismo tiempo. ¡Bum bum, bum, bum! Como dos tambores golpeando fuerte.



Me rendí exhausta encima de su pecho. Respirábamos fuerte, entrecortados. Pasó sus manos por mi vientre y subió hasta mis pechos, me estremecí y mi piel se erizó. Mi orgasmo aun recorría mi cuerpo.



Me giré, lo miré y le dije:



- Cariño, es la mejor noche que he tenido nunca. Esto es inolvidable.

La primera vez con él en casa

Después de una jornada bastante intensa en la oficina, entre reuniones, comidas con los representantes internacionales y muchas llamadas de teléfono me moría de ganas por llegar a casa.


Según iba caminando me perdía en mis pensamientos y uno de ellos era la preocupación por saber cómo estaría Aarón. Llevaba en casa toda la semana después de tener una contractura en la espalda que lo dejó tirado en la cama. Los dolores eran intensos y tuve que darle algún que otro masaje para calmarle los dolores. Por este motivo no podíamos hacer el amor y cada día que pasaba y cada masaje que le daba hacía que mi excitación fuera in crescendo.



- Hola cariño, ¿cómo te encuentras hoy?

- Bien, gracias. Parece que el dolor esta desapareciendo pero aun tengo molestias.


“Vaya, hombre” pensé. Yo que quería quitarme estos calores.



Preparamos la cena y mientras charlábamos lo miraba con ojos de deseo pensando en lo que deseaba hacerle pero el pobre no parecía estar cómodo en la silla debido a los dolores. 



Nos reímos durante la cena recordando anécdotas del trabajo que yo le contaba y disfrutando de nuestra compañía.



Le vi moverse de nuevo incomodo en la silla, sin encontrar la postura adecuada, por lo que le dije:

- Amor, ¿te doy otro masaje?
- Uf, cariño, la verdad que lo agradecería muchísimo.


Me fui a la habitación y cogí la crema que tenemos para estos casos. Cuando volví hacia la cocina, Aaron ya estaba sin camiseta esperando por el masaje. “¡Ay madre!”  Dije para mis adentros y note como la temperatura subía por todo mi cuerpo  “Kindra, tranquila, esta con dolores, así que tranquilízate”, me tuve que decir de nuevo para mis adentros.



Unté mis dedos en la crema y se la comencé a aplicar por los hombros y los omóplatos. Cada vez que pasaba los dedos por las zonas doloridas, Aaron soltaba respiraciones hondas y por el alivio que estaba sintiendo. Ese alivio, sus movimientos y sus respiraciones estaban haciendo que mi temperatura subiera más y más y ya no solo era en todo el cuerpo. Se estaba localizando en mi entrepierna. Pasado un rato me dio las gracias y me dijo que ya era suficiente que prefería irse a la cama a descansar.



- Sin problema mi amor. Ve metiéndote en la cama que ahora voy yo.



Aaron a duras penas se fue andando hacia nuestro cuarto y yo me fui al baño. Cerré la puerta, abrí el agua fría y me refresqué la cara y la nuca. Levanté la mirada y me encontré a mi misma mirando al espejo. Me eché una sonrisa pícara y salí del baño. Entré en el cuarto y le dije:



- Amor, échate, relájate y cierra los ojos

Mientras él hacia lo que le había dicho comencé a quitarme la ropa. Una falda de tubo negra, que me llegaba hasta la cintura, una camisa blanca ceñida, las medias y mis tacones negros favoritos. 


Me metí en la cama solo con la ropa interior. Un tanga negro con bordados blancos y el sujetador a juego.



- ¿Estás relajado?

- Sí, bastante.
- Bueno, pues ahora te voy a relajar más. Tú no hagas nada, solo disfruta.


Me subí encima de él a horcajadas. Mientras iba inclinándome para besarle mi pelo tocó su pecho y note como se le puso la piel de gallina. Me acerqué a su cuello y le besé con deseo; lamiendo, succionando y acariciando cada parte él. Aaron respiraba entrecortado y su erección era más que notable para mí.



Seguí bajando por su cuerpo, arañando con mis uñas su torso y parándome en sus pezones que estaban firmes como soldados. Besaba su vientre y mis manos pasaron a sus muslos y a su entrepierna. Aaron estaba muy excitado. Muy suavemente acaricié sus testículos con un solo dedo, desde la base continuando por todo el tronco de su pene hasta llegar al glande. Allí fue cuando “oh cariño, que gusto” salió de la boca de Aaron. Sin pensármelo dos veces, saqué mi lengua y con la punta hacia círculos por todo el contorno de su glande. Eso le volvía loco. Seguí jugando, lamiendo por fuera su pene hasta que lo introduje entero en mi caliente boca. “oohh”, fue lo que dijo. El placer que estaba sintiendo no le permitía más palabras.



Seguí, arriba y abajo masajeando con mi mano y mi boca su pene. Verle disfrutar de esa manera estaba haciendo que mi tanga estuviera bastante mojada. Yo estaba también muy cachonda.



Continué y continué, hasta que terminó en mi boca. Su orgasmo, sus espasmos de placer y su respiración hicieron que mi excitación fuera prácticamente incontrolable.



Me levanté de la cama, lo besé y me fui de nuevo al baño. Rápidamente me quite el tanga, completamente empapado, y el sujetador. Encendí la ducha y me metí dentro.



Debajo del chorro caliente de agua que tocaba todo mi cuerpo, mis pezones si pusieron rígidos, con una mano los acaricie y con la otra me fui directa a darme placer. 



Mi dedo corazón jugaba con mi clítoris. Lo movía en círculos, pasaba mi dedo del clítoris a la entrada de mi vagina y volvía a subir. Me tocaba, estaba gozando. Incluso con el agua abierta notaba mi humedad. Seguía, me frotaba. Círculos, arriba y abajo me penetraba con mi dedo corazón. Me introduje el índice y el corazón para jugar con mi punto G mientras el pulgar daba placer a mi ya prominente clítoris. Seguía con la danza de mis dedos en mi sexo. Estaba gozando. ¡Me iba a correr, me iba a correr! “¡Ah, sí, joder!”. Tuve que ahogar mi grito de placer  contra mi antebrazo para que Aaron no me oyera. Mi vagina latía, estaba ardiente y muy mojada.



Salí de la ducha, me sequé y me fui a la cama muy relajada.



Fue la primera vez que me masturbé con él en casa.



Hace poco se lo confesé y se rió. Me dijo que la próxima vez que lo haga, me acerque a su oído y le diga susurrando:



- Me acabo de masturbar pensando en ti 


Sorpresa en casa

Después de una dura semana de trabajo por fin era viernes. Salí de la oficina y me dirigí hacia el supermercado que está cerca de mi casa para comprar algunas cosas para el fin de semana.

Al llegar al portal, miré hacia la ventana de mi piso y vi que la luz estaba apagada. 

   - Que raro, aun no ha llegado a casa.- Pensé

Le di al botón del ascensor  y presioné el numero de mi apartamento. Al abrirse la puerta del ascensor vi un reflejo, no era la luz del piso, era algo diferente. Abrí la puerta y el salón solo estaba iluminado por cuatro velas y sonaba en los altavoces del ordenador una canción que me encanta.

Justo al lado de las velas había un papel escrito a mano y un antifaz. El papel tenía escrito:
  1. Di " Hola, estoy aquí"
  2. Deja todo lo que traes
  3. Quítate toda la ropa menos el sujetador y las bragas.
  4. Ponte el antifaz
  5. Di "Lista"
  6. Espera por mí. Yo vendré a buscarte.
Hice todo lo que ponía en el papel y segundos después él se acercó a mí por detrás. Me acarició suavemente los brazos mientras me quitaba el reloj y los anillos que llevaba y al mismo tiempo me besaba en el cuello. Al terminar de quitarme todo, deslizó sus manos por mi vientre y cuidadosamente levantó el elástico del tanga que llevaba para acariciar la delgada linea de vello que tengo, lo cual hizo que me estremeciera.

Comencé a andar con el antifaz en los ojos, sin ver absolutamente nada, guiada por él. Llegamos al dormitorio, me acercó a la cama y me dijo que me echara en el medio. Completamente a ciegas no sabia lo que iba a pasar. 

Me separó un poco las piernas y empezó a acariciarlas y a besarlas. Continuó subiendo, me lamió las ingles y rozó mi ya humedecido sexo. Pasó por mi tripa y me acariciaba. Notaba que mi piel se erizaba y me daba mucho placer. Me besó en el cuello y rozó con su boca mis labios. Le buscaba pero no le encontraba. Empezó a bajar otra vez por mi cuerpo y me quitó el sujetador dejando al aire mis pezones duros y erectos. Después me quitó el tanga. Completamente desnuda y sin poder ver, noté su respiración en mis labios exteriores y pasó su lengua por mi clítoris. Estaba muy cachonda. Dejó de tocarme. ¿Donde está?

A los pocos segundos me cogió un tobillo y noté que anudó algo en él. Me cogió el otro e hizo lo mismo. Estaba indefensa, con las piernas atadas y sin ver nada. La falta de libertad y de visión hacia que mis sentidos y mi lívido aumentaran. Volvió a desaparecer.

Algo me tocaba, me acariciaba. Era un pequeño látigo de 5 fustas que tenemos. Lo pasaba por encima de mis brazos y mi cuerpo. Mis pezones querían salirse de mi cuerpo, tenía toda la piel de gallina. Con el látigo fue hasta mis manos, agarró mi muñeca y también anudo algo a ella. Se fue hacia la otra mano e hizo lo mismo. Estaba atada a la cama. Era la primera vez que hacia eso pero me estaba gustando mucho.

Oí como se desnudaba. Noté el calor de su cuerpo encima mí. Notaba su pene acercándose y rozando mi vagina completamente mojada. Me besaba el cuello, rozaba de nuevo mi boca, lamia mis pezones, besaba mi barriga, acariciaba mis ingles y tocaba mi clítoris con sus dedos. ¿Eran sus dedos?

Algo tocaba mi clítoris pero me di cuenta que no eran sus dedos. Estaba mojado, duro y suave. Acercó su mano a la mía y me dio un pequeño mando. Era un vibrador con mando a distancia. Estaba lubricado aunque no hacia falta por lo mojada que me encontraba.

Jugaba con el vibrador, lo subía y lo bajaba hasta encontrar el agujero de mi vagina. Lo introdujo suavemente hasta meterlo completamente. Yo activé el mando y el pequeño aparato empezó a vibrar. Cuando el vibrador comenzó a moverse, él empezó a besarme y lamer mi vagina, mis labios, mi clítoris. Hacia círculos con sus dedos y su lengua para excitar aun más si cabía mi sexo. Yo le daba a las diferentes velocidades del vibrador. Me encorvaba, gozaba, gemía de placer. Su lengua. Su lengua, junto al pequeño juguete hacían que estuviera a punto del orgasmo.

Sacó el vibrador de mi vagina completamente mojado y lo puso en la base del clítoris. ¡Iba a correrme, iba a correrme! Yo le daba compulsivamente al mando para cambiara de velocidades, estaba a punto. ¡Ahí, ahí!, le dije. ¡Oh, oh, sí, sí! Y el mejor de los placeres llegó. Un orgasmo enorme, húmedo, agotador. Notaba como latía mi vagina, estaba exhausta pero quería más.

Él subió rápidamente hacia mi boca y me besó muy apasionado. Al mismo tiempo que me besaba metió su pene sin ninguna resistencia por mi parte. Estaba dilatada, caliente, mojada. Empujó fuerte y llegó hasta el fondo. Él sabe que si toca el fondo el orgasmo llega en cuestión de segundos. Volvió a empujar, continuaba entrando y saliendo, fuerte, rápido. Le agarraba fuerte por la espalda, yo gemía de muchísimo placer, iba a llegar de nuevo. ¡Sí, aquí viene de nuevo. Otro orgasmo! ¡Sí, sí!¡Oh, sí, joder! Y al mismo tiempo llegó él. Llegamos los dos al mismo tiempo. Notábamos nuestros sexos latiendo fuerte, con la piel completamente sensible al tacto por el placer que acabábamos de sentir.

Fue fantástico. Me muero de ganas por la siguiente sorpresa.

;-)

P.D: Hecho real ocurrido hace unos días. ;-)

Por nuestro aniversario

Ayer fue nuestro aniversario y ha sido uno de los mejores.

Terminé de trabajar, me fui a casa y preparé una sorpresa para ella. Compré un ramo de flores, preparé unas copas de nuestro vino preferido y la esperé en la puerta de casa.
Al abrir la puerta, ella me encontró sonriendo y con una copa en cada mano.

- ¿Y esto a que se debe, cariño?-. Me dijo
- Mi amor, es nuestro aniversario-. En nuestra relación soy yo el que se acuerda de estas fechas. Para estas cosas es un desastre pero para otras es la mejor.

Después de brindar, felicitarnos y fundirnos en un abrazo le dije que se pusiera su mejor vestido que nos íbamos a cenar.

Salió de la habitación con un vestido negro que daba forma a sus curvas, tacones interminables, pelo recogido y unos pendientes largos que hacían que su cuello luciera más largo.

Cogimos el ascensor, nos miramos a los ojos y ella sonriendo metió la mano en su bolso y sacó un pequeño manda a distancia. Este mando era de un juguete sexual que hacía unos meses nos compramos. Yo tengo el mando y ella lleva puesto el vibrador. En ese momento noté que empezaba a tener una erección y que la noche iba a ser muy divertida.

Llegamos al restaurante y el camarero nos acompañó a nuestra mesa. Pedimos una botella de vino y empezamos a ojear la carta para pedir nuestra cena. Mientras ella miraba lo que iba a pedir, con disimulo metí la mano en mi bolsillo y activé el mando. Ella dio un pequeño salto en su silla ya que no se lo esperaba y me miró con sonrisa pícara. 

Después de unos minutos el camarero volvió para tomarnos nota. Cuando ella empezó a hablar con el camarero para que tomara nota del pedido volví a darle al mando, y soltó un pequeño grito de placer. Acto seguido, se sonrojo por lo que acababa de pasar.

El camarero se fue y ella me miró. Yo estaba excitado por lo que había ocurrido y muerto de risa. Ella me dijo en voz baja:

- Pero como se te ocurre hacerme eso. ¡Qué tonto eres!-. Y me dio un golpe cariñoso en la mano.

Comenzamos a hablar de nuestro día de trabajo y seguimos recordando cómo nos habíamos conocido, nuestro primer beso, nuestra primera vez teniendo sexo, y ahí fue donde la conversación empezó a ponerse muy caliente.

Estuvimos recordando aquella vez que tuvimos sexo en una fiesta. Con todo el mundo alrededor y nadie sabía realmente lo que estábamos haciendo. En ese momento de la charla noté como un pie empezaba subir por mi pierna hasta que llegó a mi entrepierna. Allí empezó a masajearme suavemente y esto me estaba poniendo muy caliente. Entonces cogí de nuevo rápidamente el mando y activé el juguete en su programa más rápido. Ahora usaba los dos pies para masajearme cada vez más rápido. Ella estaba muy caliente, por como suspiraba, ponía los ojos en blanco y agarraba el mantel de la mesa con fuerza. Estaba a punto de llegar al orgasmo.

De repente, quitó los pies y paró. Me miró y desapareció rápidamente debajo de la mesa. No sabía dónde meterme. Solo notaba sus movimientos. No la veía y eso me excitaba muchísimo más. Desabrochó el cinturón, bajó la cremallera de mi pantalón y lo siguiente que note fue su lengua caliente y húmeda saboreando mi glande.

No me podía creer lo que estaba ocurriendo. Continuaba, seguía metiéndose cada vez más profundo mi polla en su boca. La saboreaba, lentamente, jugando con su lengua. Seguía, cada vez más rápido y más rápido. Yo mientras intentaba no gritar de placer. Seguía, seguía y seguía hasta que al final no puede más y me corrí en su boca. Tuve que morder la servilleta para no gritar de placer.

Salió de debajo de la mesa como si nada. Yo estaba extasiado. No podía más. Fue muy intenso.

Tomé un trago largo a la copa de vino. Me levanté, me acerqué a ella, la besé en el cuello; sabía que eso la excitaba mucho;  y le dije al oído: - Te espero, ya, en el cuarto de baño-. Se sorprendió mucho porque no se esperaba que fuera capaz de hacerlo otra vez en tan poco tiempo.

Bajé las escaletas hacia los baños y me escondí detrás de una puerta. Escuchaba sus tacones bajar por las escaleras. Cuando entró en el cuarto de baño de hombres, me comenzó a llamar: - Cariño, ¿donde estas?-. En ese momento la agarré por detrás, y la llevé a dentro de una de las cabinas. Pasé un brazo por debajo del suyo y le agarre la cabeza por debajo de la barbilla. Con la otra mano le empecé a subir el vestido, buscaba quitarle el tanga que pensaba que llevaba puesto pero para mi sorpresa no llevaba nada. Empecé a frotarme contra ella para que notara que seguía muy cachondo y excitado. Ella gimió al notarme. Me dijo: - Espera que me quito el juguete -. Le dije que no, que se lo dejara puesto.

Activé el juguete y mientras este vibraba pasé la mano hacia adelante y empecé a jugar con su clítoris. Le puse la otra mano sobre la espalda y la empuje suavemente para que se inclinara poco a poco hacia adelante. Agarre mi polla y comencé a pasarla poco a poco por su culo. Le acercaba el glande y empujaba muy suavemente para que se fuera dilatando. Cada vez se iba dilatando más y más hasta que al final conseguí introducirme por completo. Al llegar al final, ella gritó y no de dolor si no de placer. Empezó a moverse. 

- ¿Te gusta, cariño?
- ¡Oh oh, sí, sí, me encanta, no pares, mi amor! -. Me decía

Con el juguete a máxima potencia sentía como ella estaba muy húmeda y seguía moviéndose. Ella seguía gritando hasta que llegó al orgasmo con un grito de placer que jamás le había oído. Justo después llegue yo. Exhaustos, sudorosos y cansados, ella se levantó, me besó y me dijo: - Feliz aniversario, mi amor.

No sé si el año que viene será igual pero este aniversario lo recordaremos para siempre.

;-)