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Viaje en tren

Cogí el tren de las 8:30 de la mañana hacia Alicante para poder pasar el fin de semana con mis amigos y mi familia.

Al entrar al vagón busque mi sitio y vi que me tocaba compartir viaje con una señora de unos 50 años bastante bien conservada y con mucha clase. Llevaba un vestido de licra negro de una sola pieza que le llegaba justo por encima de las rodillas y con un generoso escote.

Me senté y educadamente la saludé:
- Buenos días

Ella me miró con unos ojos grises muy grandes y penetrantes en los que si te quedabas mirando te podías perder y con una sonrisa perfecta me dio los buenos días y retiro el abrigo que ocupaba mi asiento.

La mujer tenía en su regazo un libro con bastantes páginas pero forrado con periódico por lo que no sabía qué tipo de literatura le gustaba. Esperaba que fuera algo interesante y no una novela romanticona de baja calidad. Por mi experiencia en viajes, la gente que lee ese tipo de novelas son insufribles en los transportes ya que intentan contarte lo bueno y maravilloso que es lo que están leyendo.
Abrió el libro y me dijo:

- Voy a seguir que está muy interesante.

Yo asentí y me puse los cascos del mp3.

El tren se puso en marcha. El movimiento del tren era bastante relajante y con la música que estaba escuchando empecé a quedarme un poco adormilado. Al cabo de un rato noté que el convoy se paraba y me desperté. Aun quedaba mucho.

Observé por la ventana el paisaje que pasaba rápido y disfrutaba de los colores de las montañas. Por el rabillo del ojo vi como la señora hacia una mueca como una sonrisa pícara y después se mordisqueó el labio inferior por un lado. ¿Estaba leyendo una novela erótica y se estaba excitando?  “No creo”, pensé. La curiosidad en ese momento me hizo que intentara echar un vistazo para ver si conseguía leer algo de los que ella estaba leyendo. ..“Me encontraba tan mojada que mi excitación hasta a punto de llevarme al orgasmo”. 
“¡Está leyendo una novela erótica!”, me sorprendí. Eché una sonrisa pensando, mira la señora como le va la marcha.

Continuamos el viaje y de cuando en cuando intentaba echar un vistazo para ver si leía algo más pero me resultaba difícil. Tampoco necesitaba leer mucho, la propia respiración de la señora me indicaba que estaba en un momento bastante caliente. Veía como su pecho subía y bajaba gracias al escote que llevaba y su cara empezó a colorearse por la excitación que estaba teniendo, parecía que iba a llegar al orgasmo. Emitió un gemido de placer y cerró el libro de golpe como intentando esconder el contenido del mismo. Puso las manos encima de la cubierta y me miró ruborizada.

- ¿Se encuentra bien, señora?
- Sí, sí, gracias. Es que… el libro… me asusté de la historia de miedo. Voy a ver si duermo y se me pasa el susto.
“Sí, sí, de miedo”, pensé.

A los diez minutos de quedarse dormida comenzó a respirar entrecortadamente y lamiéndose los labios para después morder el inferior. Bajó la mano del libro y empezó a acariciarse la pierna subiendo poco a poco su vestido. Yo no sabía qué hacer, si despertarla o esperar a ver como seguía. Realmente me estaba excitando ver como la mujer disfrutaba con su sueño.

Siguió subiendo hasta dejar al descubierto el encaje que tenían las medias en su parte de arriba. ¡Iba a masturbarse! Continuó su camino por la pierna hasta llegar a la ingle. Yo cada vez estaba más excitado.
Le miré la cara y seguía lamiéndose los labios y lanzando besos muy sensuales al aire. Bajo la mano hasta la rodilla y siguió acariciándose. Parecía que había acabado.

De repente puso su mano en mi rodilla y empezó a subir tal y como se lo estaba haciendo antes a ella misma. No sabía dónde meterme. 

Tal y como ella subía su mano por mi pierna mi erección también subía. Puso la mano por dentro de mi muslo y acariciaba y clavaba sus uñas en él mientras en su sueño balbuceaba “Me encantas, me calientas”. Llegó hasta mi entrepierna y comenzó a acariciar muy suavemente por encima de mi pantalón, yo no podía más. No sé como lo consiguió pero fue capaz de bajarme la cremallera pero lo hizo y metió primero dos dedos y acariciaba mi glande que estaba caliente y deseoso de sexo. Desabrochó el botón del pantalón y sacó mi pene por completo. Inmediatamente me tapé con la chaqueta. 

Cogió mi pene con su mano y empezó a masturbarme. Tenía una mano muy suave que hacía que la fricción fuera muy placentera. Yo al borde de la locura puse mi mano en su pierna y recorrí su muslo suave hasta llegar al elástico de su ropa interior. Al introducir un dedo dentro de sus bragas sus fluidos mojaron mi mano. Estaba muy caliente.

Yo con la chaqueta encima y ella con su vestido tapando mi mano comenzamos una masturbación en la que yo no podía gritar pero ella al estar dormida respiraba entrecortada y gemía sin ningún pudor.
Su clítoris rozaba la parte baja de mi mano mientras mis dedos se hundían en el mar de su sexo. Se movía en el asiento sin dejar de masturbarme.

Su humedad cada vez se hacía más fuerte y más caliente por lo que estaba seguro que no tardaría en llegar al orgasmo. Empecé a mover mi mano y mis dedos más rápido y ella hizo lo mismo. Metía dos dedos rápido, húmedos; con mi pulgar jugaba con su clítoris cada vez más sobresaliente. Giraba, movía arriba y abajo mi pulgar. Seguía y ella se movía levemente a delante y atrás para que la penetración de mis dedos fuera mayor. Aumenté el ritmo y ella su movimiento de vaivén en el asiento. Iba a llegar, estaba mojadísima, se mordía el labio, agarraba con su otra mano fuertemente el reposabrazos, se la podía oír decir “Sí, sí”, hasta que al final llegó. Se la veía exhausta pero eso no hizo que para en darme a mi placer. Siguió y siguió hasta que me corrí. Note que había manchado mi chaqueta pero no me importaba. Mientras me corría, ella acariciaba mi glande con su pulgar completamente lleno de semen.

Anunciaron la siguiente estación, ella se movió en el asiento y retiré rápidamente mi mano de su vagina y  la suya de mi pene para que no sospechara nada. Se desperezó, me miró, me sonrió y me pidió permiso para pasar “es mi parada” dijo. Retiré las piernas y ella pasó. Metió la mano en el bolso, sacó un pañuelo y se limpió la mano que tenía manchada de mi reciente orgasmo. Me miró de nuevo con esos ojos grises, se agachó y me dijo al oído: No veo la hora en volver a coger este tren. Me guiño el ojo y se fue con un gran contoneo que aun tengo grabado en mi mente.

En el probador (Relato ganador en concurso internacional de relatos eróticos www.dolcelove.es )

Desde hacía más de medio siglo no se registraba en Europa central una ola de frío tan intensa y en Cracovia estaba siendo especialmente dura con unas temperaturas de unos 30 grados bajo cero aunque esto a Lilka no le impedía andar por su loft, con una potente calefacción y chimenea, en calcetines, braguitas negras y una camiseta blanca de manga corta que le llegaba justo por debajo del ombligo.

Después de estar varias horas delante del ordenador decidió tomarse un descanso. Se fue directa a la cocina y se preparó un chocolate caliente. Camino de vuelta al escritorio se paró en la ventana llena de condensación producida por el frío exterior y el calor de la casa. Limpió con la mano la ventana para poder echar un vistazo al exterior. Pasó su mano por el muslo izquierdo para secársela y sintió un escalofrío que la estremeció e hizo que se apreciaran claramente sus pezones por debajo de la camiseta. Observó sus pechos y soltó una sonrisilla. Al volver a mirar por la ventana lo único que podía ver era un manto blanco de más de un metro de espesor. La calle estaba completamente desierta.

Tomó un trago del chocolate caliente mientras miraba los correos que le habían llegado y descubrió uno que le llamó poderosamente la atención. Era un correo de un chico con el que había tenido una tórrida aventura hacía casi 10 años.
"Hola Lilka, ¿Qué tal te va la vida?
La verdad, no sé si estoy perdiendo el tiempo porque puede que ni te acuerdes de mí. Soy Jedrek."
- ¿Cómo ve voy a olvidar de ti? pensaba Lilka.
“Estaba haciendo limpieza de mis emails, encontré el tuyo, que creía que lo había perdido, y me dije, voy a enviarle un correo a ver si hay suerte y me responde. Sinceramente creo que es lo único que he perdido de ti, tu email, porque siempre has estado en mi mente. Haciendo cuentas ahora mismo creo que hace casi 10 años que estuvimos juntos. ¡Qué barbaridad! cómo pasa el tiempo. Yo ahora mismo tengo 32 y tú si mal no recuerdo debes de tener 30 ó 31, ¿verdad?
¿Qué te puedo contar de mi vida? Pues para no aburrirte, te hago un resumen. Trabajo como contable, vivo en Varsovia y estoy soltero. Básicamente esa es mi vida.
Te puedo decir que desde que estuve contigo no he encontrado otra mujer como tú, comparo al resto contigo y es cuando la relación acaba por hundirse. He tenido varias parejas magníficas pero no eran tú. Si te tengo que ser sincero, el sexo contigo era espectacular."
- La verdad es algo que no puedo negar.- Afirmó en alto Lilka.
"Me acuerdo especialmente de la vez que tuvimos sexo en el probador..."
En ese momento Lilka comenzó a recordar la ocasión que Jedrek mencionaba en su email. El simple hecho de recordarlo hacía que empezara a excitarse. Recordaba, pasándose la taza de chocolate caliente por sus muslos, como Jedrek los acariciaba con sus manos cuando se estaba probando unos pantalones vaqueros. En el probador ella le dijo en voz baja:

- Jedrek, estate quieto que la dependienta nos va a ver.- Le dijo con una sonrisa.

Cuando Lilka intentaba subirse los pantalones, él tiraba de ellos hacia abajo hasta dejarlos por los tobillos. Ella le miraba como pensando "eres un poco travieso" y le besó cogiéndole por detrás de la cabeza y trayéndolo a hacia ella. Eso a Jedrek, le excitaba.

Rememorando esa escena, Lilka siguió aprovechando el calor de la taza pasándosela por el estomago y con la otra mano se acariciaba su formado cuerpo hasta llegar al pecho.

Él se acercó con cuidado al oído de ella y le dijo:
- Quiero que hagas un striptease ahora mismo.- Ella lo miró y asintió con una mirada lasciva.

Aprovechando el hilo musical de la tienda, Lilka empezaba a contonearse sensualmente mientras terminaba de quitarse los pantalones y quedarse solo con la camiseta de tirantes rosa que llevaba, el tanga rojo con transparencia y los zapatos de tacón negro.

Lilka se encontraba a si misma muy sexy en ese recuerdo y eso le hacía excitarse más. Continuó tocándose el pecho y pellizcándose los pezones como Jedrek lo hacía. Se tocaba, se acariciaba y se excitaba más y más. Se pasaba la taza por la cara pensando en Jedrek. Posó la taza en el escritorio y se quito la camiseta para tener más acceso a su cuerpo. Volvió a coger la taza, mojó el dedo índice en el chocolate y se lo llevó a la boca. Recordaba el sexo oral que había tenido con Jedrek mientras chupaba su dedo con ansia y pasaba la lengua por la punta de su índice hasta limpiarlo por completo de chocolate.

Con el torso ya desnudo se pasaba la mano por los pechos, por el cuello y se tocaba la boca. Volvió a bajar una mano por su cuerpo mientras con la otra seguía sujetando la taza, la inclinó sobre sus pechos y dejó caer unas gotas sobre ello. El calor del chocolate le dio tanto placer que soltó un gemido de placer. Mientras bajaba la mano por su cuerpo hasta llegar a las braguitas con la otra levantó un pecho y lamió el chocolate de sus pezones. Se sentía muy mojada.

Metió la mano en las braguitas y comenzó a tocarse. Siguió recordando como Jedrek la tocaba en el probador mientras ella hacia el striptease. Comenzó por acariciarse los labios con dos dedos. Dejó la taza en la mesa y se agarro fuerte un pecho y se esparció el chocolate por él. Seguía jugando con sus labios cada vez más hinchados y calientes por la excitación. Deslizó un dedo hacia dentro de su vagina y comprobó que estaba más mojada de lo que creía. Empezó a jugar con su clítoris. Continuaba embadurnándose con el chocolate del pecho.

Muy excitada se bajo las braguitas hasta las rodillas. Se imaginaba a Jedrek en el probador de rodillas lamiéndole los labios y el clítoris. Se movía en la silla. Se tocaba. Se encorvaba del placer que se estaba dando recordando a Jedrek. Estaba caliente, excitada, mojada. Se mordía el labio inferior. Continuaba jugando, tocándose y cada vez más rápido. Gemía, jadeaba y nombraba Jedrek en alto. Notaba que estaba sudando, el calor del chocolate y de la fuerte calefacción hacía que su piel brillara. Tenía los pechos completamente llenos de chocolate, se pasaba los dedos y se lamía los pezones mientras seguía tocándose. Introdujo el dedo corazón dentro de ella y con el pulgar se seguía dándose placer en el clítoris. Lo metía y lo sacaba, lo metía y lo sacaba. Era Jedrek penetrándola en el probador. Ella contra la pared con las piernas alrededor de su cintura y él empujando y penetrándola.

Gritaba, gemía, se tocaba. Cada vez más rápido y más rápido se penetraba ella con su dedo. Se decía ella misma: - Oh, sí, sigue Jedrek, sigue.

Llegó al orgasmo. Uno de los mejores orgasmos que había tenido. Estaba exhausta, sudorosa y mojada. Se levantó de la silla con las piernas temblorosas y se fue hacia la cocina. Se lavó las manos, se refrescó la cara y la nuca y se apoyo con las manos en la encimera intentando recobrar el aliento. Giro la cabeza hacia la derecha y vio su móvil.

- ¿Jedrek?
- Sí, ¿quién es?
- Hola, soy Lilka.

;-)

Solo quiero perderme

- Sí, eso es señorita, un billete para el primer destino que tenga disponible... Aha, ok, muchas gracias. En seguida me paso por el aeropuerto a coger la tarjeta de embarque. Que tenga un buen día.
¡Genial! Ya tengo el billete, ahora a preparar la mochila y ¡a perderme!


Hacia años que Danielle no disfrutaba de unas vacaciones. Se había embarcado en un proyecto de publicidad que no dio buenos resultados; los únicos resultados que obtuvo fueron la ruptura con su novio, mucho estrés y la pérdida de su trabajo. Así que este era el momento perfecto para irse.



Llegó al aeropuerto, se acercó al mostrador y cogió el billete que hacía una hora había reservado por teléfono. Con cuidado, como si fuera un precioso tesoro, levantó la solapa del sobre que contenía su billete y comprobó su destino: Nueva Delhi.



Con fuerza se apretó el billete contra el pecho, respiró hondo y se fue directa al control de seguridad. De camino a la puerta de embarque observaba a la gente y veía gente de muchas razas y nacionalidades. Su plan para perderse y disfrutar de su tiempo empezaba a tomar forma. Con paso tranquilo comprobaba las puertas de embarque. J20, J22, aquí está J24 Nueva Delhi.



Aun quedaba tiempo para que el vuelo saliera por lo que decidió sacar de su mochila su ebook y disfrutar de la lectura mientras escuchaba música. Minutos después, en frente de ella se sentó un chico. Sacó una libreta y un bolígrafo pero este se le escapó y rodó hasta golpear en las sandalias que Danielle llevaba. Ella se agachó a recogerlo y se lo devolvió al chico con una sonrisa.

- Thanks. - Dijo él, con acento británico.
- You are welcome. - Respondió Danielle y se ruborizó al escucharse ella misma su acento español.


- Pasajeros con destino a Nueva Delhi pueden embarcar por la puerta J24- Anunciaban su vuelo. Danielle recogió sus cosas e hizo cola para embarcar. La fila avanzaba con fluidez. Le entregó a la azafata del mostrador su pasaporte y cuando esta se lo devolvió miró hacia atrás con una sonrisa de satisfacción pensando: ¡Ahora es mi momento! En ese momento su mirada se volvió a cruzar con la del chico británico. Este la sonrió y ella amablemente le devolvió la sonrisa completamente colorada.



"¿Qué te pasa, Danielle?" pensaba mientras hacía cola en el túnel para subir al gigantesco pájaro. "¿A qué viene eso de ponerte colorada?". Pero realmente sabia el por qué. Cuando le devolvió el bolígrafo, lo miró a los ojos, unos ojos negros como el azabache, profundos, y sintió un "algo" en el estomago, que hasta ella se había sorprendido. Nunca le había pasado nada parecido.



Entró en el avión, cogió su ebook y colocó su mochila en el portamaletas. Estaba en la parte trasera del avión y miraba hacia adelante para intentar ver de nuevo al chico británico. No hubo suerte. Se puso los auriculares y empezó a leer pero antes de que el aparato despegara, ella ya se había dormido.



Pasadas unas cuantas horas de vuelo se despertó sobresaltada por una pequeña turbulencia. Miró hacia la parte delantera del avión y comprobó que todo estaba tranquilo y en orden. Al volver la mirada a su derecha observó que a su lado estaba sentado el chico británico aprovechando que nadie estaba sentado al lado de Danielle. Ella al verle volvió a sonrojarse.



- Hi. My name is Liam- y le tendió la mano educadamente para presentarse.

- Hola, digo...- se apresuró a corregirse- sorry, hi my name is Danielle-. y le devolvió el apretón de manos completamente nerviosa.


Liam, al escuchar que Danielle era española, hizo un esfuerzo para hablar con ella en español con un fuerte acento inglés.



- Hola. Perdón que te asustara al ser aquí sentado

- Estar, se dice.- Le corrigió
- ¡Oh yeah, it´s true! Perdón que te asustara al estar aquí sentado pero es que desde que hemos despegado te he estado buscado por el avión para ver dónde estabas. Al verte en el airport he sentido la necesidad de hablar contigo.
- Ejem...- completamente nerviosa- eh, bueno, no sé qué decir a eso. ¿Gracias?- Se tocaba el pelo rizo castaño que tenía hasta los hombros.


En ese momento pasó la azafata con el servicio de bebidas.

- ¿Desean algo?
- Una cerveza.- Dijo Liam
- ¿Y usted, señorita?

- Sí, tomaré otra.



Después de servirles las cervezas, Liam cogió su vaso y lo levanto par hacer un brindis y dijo mirando a Danielle con esos ojos negros que antes la habían hecho estremecer:

 - ¡Cheers! Por un viaje tranquilo.



Ella levantó el vaso y brindo con él sin apartar la mirada de sus ojos.

En ese mismo momento otra turbulencia más fuerte que la que había despertado a Danielle sacudió el avión. Ella, en un acto reflejo, agarró fuertemente la mano de Liam y este la miró con diciendo "no te preocupes, yo estoy aquí", en ese instante Danielle se dio cuenta sentía una atracción sexual hacia él que nunca había sentido antes. Se sintió excitada y para reponerse dijo:


- Que brindis más oportuno has hech...-. Y Liam se lanzó a los labios de ella sin dejarle terminar la frase.



Se besaban fuerte, con mucho deseo. Un deseo que estaba latente desde el mismo momento en el que se vieron en el aeropuerto.



Liam mordisqueaba el labio inferior de Danielle mientras iba deslizando las manos por debajo de la camiseta de tirantes que ella llevaba. Ella intentaba ahogar los gemidos que le producían los besos del británico pero el deseo y la excitación eran tan fuertes que difícilmente podía.



Las manos de Liam eran suaves y fuertes y las notaba bajar hasta sus muslos. Los acariciaba con fuerza por encima de los pantalones cortos por encima de las rodillas  que Danielle tenía puestos. Ella metía las manos por debajo de la camiseta de Liam y descubría que su cuerpo era fibroso. Podía notar su calor y una leve transpiración que delataba su excitación.

Él besaba el cuello de Danielle y sus manos se iban deslizando desde la parte superior de los muslos hasta su interior. Danielle se estremecía y retorcía de placer. Él continuaba subiendo hasta tocar con la cara interna de la mano el pubis de Danielle por encima del pantalón. Eso fue demasiado para ella y soltó un gemido que se escucho por todo el avión.
Se separaron, se miraron y se echaron a reír. 


Cogidos de las manos, con la respiración rápida se miraban. Danielle se acerco lentamente al oído y le susurro: - Quiero follar contigo en el baño, ya.- Liam se aparto sorprendido y asintió con la cabeza.



Se levantaron de los asientos y comprobaron que las azafatas estaban en la parte delantera del avión. Corrieron hacia los estrechos baños y cerraron la puerta.



Liam la cogió fuerte con sus dos manos por debajo de las orejas, la trajo hacia él y la beso de nuevo. La separó, y la puso de espaldas a él. Ella no tenía mucho espacio para moverse entre la puerta y el británico. Mientras la besaba por el cuello y los hombros, se pegaba a ella y le quitaba la camiseta de tirantes que llevaba dejando al descubierto su sujetador. Seguía. Continuaba besándola. Con una mano por su garganta la acariciaba por el pecho, con la otra desabrochaba el pantalón corto que llevaba y tiraba de él hacia abajo mostrando un tanga del mismo color que el sujetador.



Ya solo con ropa interior, Danielle intentaba darse la vuelta pero él no le dejaba y eso la excitaba más si cabía. Le desabrocho el sujetador y aparecieron los pechos de Danielle con los pezones completamente erectos. Mientras Liam pasaba la mano por encima del tanga comprobando que estaba húmeda, muy mojada. Él no pudo más. Le quito el tanga y allí estaba Danielle completamente desnuda.



Rápidamente Liam se quitó la ropa y los dos desnudos, acalorados, excitados se volvieron a besar. Ella sin poder moverse contra la puerta y Liam gemía y le decía:

- Te quiero dentro de mí, ahora. Estoy muy mojada.- y le cogió la mano guiándola hasta su vagina para que comprobara lo mojada que estaba. Él se entretenía jugando con su clítoris aumentando la excitación de Danielle a puntos que nunca había alcanzado.


De repente, Liam se metió dentro de Danielle. Ella gritó: - ¡Ah, sí, más!- él empujaba hasta estar completamente dentro. Se movían al unísono. Liam le agarraba los pechos fuerte y ella se estremecía. Continuaban. Danielle pasaba las manos hacia atrás para agarrar el culo de Liam como si le quisiera más adentro. Ella continuaba disfrutando, muy mojada. Los dos gemían, gritaban. Danielle estaba a punto de llegar al orgasmo y le pedía a Liam que siguiera que quería que la hiciera perderse.



-¡AAAhh! ¡Sí! ¡Sigue, por Dios! ¡Estoy a punto de llegar! ¡Sí, voy a llegar!



En ese momento escucharon, toc, toc, toc. Alguien llamaba a la puerta. 

Danielle con la voz entrecortada respondía que estaba ocupado. Volvían a llamar. Toc, toc, toc. -¡Ocupado!-. Gritaba. Toc, toc, toc. Seguían llamando.


Abrió los ojos y vio que el avión no había despegado todavía y la azafata estaba dando las instrucciones de seguridad. Miró hacia sus piernas y se vio que tenía la mano metida dentro del pantalón. Se sentía mojada.



No sabía si ese viaje la iba a hacer perderse pero si el viaje no lo conseguía,  ella ya se había dado un pequeño adelanto. 



;-)