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Bienvenida a LA NOCHE

El día empezó de lo más tranquilo. Teo en casa en su día libre y yo de camino a la oficina. Nos despedimos en la puerta de casa deseándonos buen día y esperando vernos de nuevo por la tarde.


Poco después de la hora de comer, Teo me dijo por skype:



- Hola cariño, ¿te vas esta tarde a tomar algo después de trabajar?

- Creo que sí, vamos a celebrar los buenos resultados.
- Ok, es que tenía pensado en pedir unas pizzas y comprar una botella de ron y darte una sorpresa.
- ¡¿En serio?! pues entonces salgo pronto, me tomo algo con ellos y voy para casa.
- ¡Vale, genial! Hazme un favor, cuando vengas llámame y cuando estés a 5 minutos de casa también, ¿vale¿
- Claro que sí. Te quiero
- Yo a ti también, Noelia.


Cuando salí de la fiesta con mis compañeros de la oficina, hice lo que Teo me dijo. Le llame pero me colgó. Continué caminando hacia casa y cuando estaba a unos 5 minutos volví a llamarle, esta vez si respondió:



- Hola Noe, cuando llegues a casa abre tu, que yo no voy a poder

- De acuerdo


Colgué extrañada. ¿Qué se trae este entre manos? Bueno, ahora cuando llegue lo descubro.



Al llegar a la puerta se veía una luz muy tenue a través del cristal, abrí y la casa estaba solamente iluminada por unas cuantas velas en la mesa del salón, otras en el suelo y alguna mas esparcida por el salón. En los altavoces sonaba “No ordinary love” de Sade, nuestra canción. En el extremo del sofá estaba Teo, son unos vaqueros grises, una camisa blanca, una americana también gris y unas botas negras. En su mano derecha sostenía una copa.



Me quedé completamente sorprendida ya que la imagen era muy romántica y muy sugerente.



Me senté a su lado, le di un beso y me entrego otra copa. Sin decir nada, señalo la mesa en la que había dos sobres. Cogí el primero:



Hola Noelia y bienvenida a LA NOCHE

Esta noche espero que sea algo especial y que permanezca en tu memoria durante mucho tiempo. 

La noche consistirá en lo siguiente:

- Copa de bienvenida (la cual ya tiene en tu mano)
- Aperitivos
- Cena
- Juegos 

Los juegos estarán divididos en dos partes. La primera te la explicaré cuando termines de leer esta carta y tendrá lugar en diferentes zonas de la casa y la segunda parte se desarrollará en la habitación, la cual está acondicionada para la ocasión.

Espero que disfrutes y que sea inolvidable para ti.

Te quiero,

Teo.
Al terminar de leer la carta volvió a señalar la mesa y me indicó que cogiera el segundo sobre. En él había una tarjeta que tenía escrito que me quería y que era lo más importante de su vida. Tengo que decir que me emocione un poco. Cuando acabé de leer le dije:


- A ver, explícame la primera parte.

- Pues lo primero que quieras es que te cambies, que te pongas un vestido sexy, tacones  medias. Después lo que quiero es que esta noche tienes que hacer todo lo que yo te diga y me tienes que dejar hacer todo lo que yo quiera, ¿vale?


Le miré extrañada pero confío en él



- Ok, me parece bien.

- ¡Genial! Pues la primera orden es: cuando llegue el pizzero quiero que le abras la puerta vestida solo con una americana mía que te quedara justo por debajo del culo, medias de rejilla y tacones.
- Mmmm… Venga, vale, me parece algo divertido.
- Pues venga, cámbiate antes que venga.


Me fui a la habitación y elegí un vestido negro que se anuda detrás de la nuca y queda por encima de las rodillas.



Cuando volví el pizzero estaba llamando por lo que no me dio tiempo a cambiarme otra vez, así que decidí abrir el escote hasta justo el límite de mis pezones y subirme más el vestido; este al ser sedoso formaba mi cuerpo y hacía notar mis pezones que ya estaban erectos. Abrí la puerta y el chico de la pizza se quedó sin saber que decir. Cogí la pizza de sus manos y Teo se acerco para pagarle. Cerró la puerta y nos reímos.



- Muy bien, cariño. Lo has hecho muy bien. Dentro de poco vendrá la siguiente prueba.



Nos volvimos a sentar en el sofá disfrutando de un ron con Coca-Cola y los aperitivos. De repente Teo se acerco a mi cuello y comenzó a besarlo de manera muy sensual. Pasaba su lengua suavemente por mi cuello, lo besaba y me susurraba al oído que me deseaba. Me excitó mucho.



Calentamos la cena en el microondas y cenamos. Mientras cenábamos me hacía preguntas subidas de tono que hacían la conversación muy divertida y excitante. De vez en cuando metía su mano por debajo de mi vestido y acariciaba mis pechos con una mano y con la otra subía por la pierna hasta rozar con sus dedos mi tanga. Cada vez me estaba calentando más.



Terminamos de cenar y nos servimos otra copa. En los altavoces se escuchaba “Let get it on” de Marvin Gaye y me dijo:



- Quiero que bailes de manera sensual esta canción para mí



Me levanté y dejé que el ritmo de la música se metiera dentro de mí. Me contoneaba delante de él, pasaba mis manos por mi cuerpo de arriba abajo, tocándome el pecho y acariciándome las piernas. Me sentía, sexy, seductora. Me acerqué a él, que continuaba sentado, me puse de espaldas y con un movimiento muy sensual bajaba hasta frotar al ritmo de la música mis nalgas contra su entrepierna. Podía notar su erección pero él no podía notar mi humedad. Cada vez estaba más y más excitada.



La noche siguió y la conversación cada vez subía más de tono.



- Noe, ¿Cuándo fue la última vez que te masturbaste?

- Jeje, mira que preguntas me haces. Pues…eh…esto… hace tres
- Ah, ¿sí? ¿y cuándo, donde, estaba yo en casa?
- Te acuerdas cuando estabas con la espalda dolorida y te hice sexo oral.
- Sí, claro, como olvidarlo.
- Pues cuando terminaste estaba tan caliente y mojada que me metí en la ducha y me masturbe.


Nos reímos los dos y nos fundimos en un beso que hacía, si cabía, que mi excitación fuera más grande. Cuando nos separamos me miró con ojos golosos y me dijo:



- Quiero que hagas otra cosa pero no quiero que te sientas incomoda

- Dime
- Quiero que se sientes en ese sillón y te masturbes para mí.
- Eh… bueno… es que me da mucha vergüenza. Lo hago si tu también lo haces
- Vale, trato hecho.


Me senté en el sillón, me quite el tanga y empecé a tocarme. Le mire como se tocaba él también, era una situación extraña para mí pero me estaba gustando. Me levanté y me senté a su lado. Los dos seguíamos masturbándonos.



- Noe, relájate y disfruta.- me decía mirándome a los ojos.



Le hice caso y seguí jugando conmigo misma. Cerré los ojos, me tocaba y mi respiración aumentaba. Seguía tocando y jugando con mi clítoris, estaba disfrutando haciendo que mi humedad fuera inmensa. Más rápido, mis dedos se movían más rápido, con mas ritmo hasta que ¡Sí, sí, oh, sí! Cogí su mano para que notara como mi vagina palpitaba fuerte después de tener el orgasmo.



- ¿Qué tal? ¿Te ha gustado verme?

- Me ha encantado, Noe. Verte disfrutar me excita mucho


La botella de ron bajaba sin que nos diéramos cuenta, estábamos disfrutando mucho el uno de otro. Durante un tiempo no me ordenó más pruebas pero entre copa y copa se agachaba y lamia mis pezones, besaba mis pechos, acariciaba mi cuello o me tocaba los labios que estaban completamente hinchados y mojados. Deseaba que me tirara en el sofá y me penetrara pero su plan era otro. Su plan era acabar la noche acostados haciendo el amor mientras durante el resto de la velada estaríamos excitados, calientes, ardientes para así llegar al final deseándonos al máximo.



Tomó el último sorbo de su copa y metió la mano en el bolsillo interior de su chaqueta. Saco un antifaz y me lo puso en los ojos. No veía nada solo le oía moverse, alejándose. Escuche unos tintineos pero no supe adivinar lo que era. Volvió, me cogió de las manos y me guio por el salón. Me llevó a la cocina. Gentilmente me guiaba hasta que mi culo toco con el borde del mesa. Completamente a oscuras notaba como se agachaba hasta que agarro mi tobillo derecho y alrededor ató una esposa acolchada. Se movió hasta el izquierdo e hizo lo mismo. Con sus manos acarició mis piernas hasta llegar al vestido y me lo subió por encima del pubis. Metió la mano por el elástico de las medias de rejilla y las rompió de un tirón brusco que causó un gemido de placer en mí. Pasaba con su dedo por encima de tanga y tiro de él hacia abajo arrancando otro gemido y produciendo mas excitación y humedad a mi sexo. Notaba su aliento cálido en mi vello, notaba sus dedos tocando mis labios, jugando con el botón de mi placer. Su lengua recorrió la entrada de mi vagina empapando su cara. Me encorvaba, gemía, gozaba y gritaba de placer. ¡Sigue, no pares! ¡Sigue!, pensaba pero se percató que estaba a punto de llegar al orgasmo y se detuvo. Se levantó lentamente, parándose en mi pecho, besándome en el cuello, besándome en la boca y me susurró:



- Hasta aquí, luego continuamos.



Me moría, quería matarlo por haberme dejado así pero él mandaba así que obedecí. Se volvió a acercar a mi oído y me dijo:



- Ahora te toca a ti.



Me agarró por debajo de las axilas y me ayudó a ponerme de rodillas ya que aun seguía atada a la mesa. Ya con mis rodillas en el suelo y completamente sumisa pasé una mano entre sus piernas y acaricie sus nalgas mientras con la otra jugaba con sus testículo y al mismo tiempo lamia todo el tronco de su pene desde la base hasta la glande. Solamente con la punta de mi lengua acariciaba el frenillo para darle el máximo placer. Su glande, rosado y brillante deseaba introducirse en mi boca. Lo lamí y saboreé por toda su circunferencia hasta introducirlo como una débil fresa en mi cálida boca. Caliente, duro y sabroso lo introducía más y más. Jugaba con mi lengua con él sin sacarlo de mi boca. Apretaba mis labios y recorría toda su longitud hasta sacarlo entero de mi boca. Nunca había visto a Teo disfrutar tanto, su cara de placer y sus gemidos eran algo que me estaba llevando casi a un orgasmo sin ni siquiera tocarme.



- ¡Para, para! - me dijo. – No quiero correrme todavía, aun queda mucha noche.



Se inclinó y me quitó el antifaz, me miró a los ojos y me besó.



Ya libre de mis ataduras me agarro la mano y me llevó de nuevo al salón.



- ¿Sabes qué?, voy a traer lo que estaba preparado en la habitación que aquí estamos bien.

- Ok, me parece genial.


Cuando regresó, traía en su mano unos papeles, un dado, dos fichas, un plátano y una manzana.



- ¿Qué es todo eso?

- Pues es el material que necesitamos para jugar a este juego de mesa.
- ¡Me gusta, parece muy divertido!


Los papeles eran los diferentes tableros que se necesitaban para jugar. Los primeros eran sencillos, con pruebas y juegos para subir la temperatura: muerde la oreja de tu pareja, esconde el dado en tu cuerpo y que tu pareja los busque… cosas así pero en los últimos la cosa era distinta.



Llegamos al cuarto tablero completamente desnudos, que era como había que jugar en ese nivel. Yo miraba el tablero deseosa de caer en una casilla en especial. Teo se acariciaba su pene para mantener su erección y yo…yo no necesitaba tocarme, necesitaba que me tocara, que me penetrara. ¡Estaba completamente fuera de control!



Tiré el dado y salió un seis. Uno, dos, tres cuatro, cinco y seis. ¡Sí, sí, la casilla que yo quería! “Siéntate sobre el regazo de tu pareja durante un turno”.




- Uy, cariño, perdón, me tengo que sentar encima de ti.


Me levanté del sofá y me senté en su regazo de espaldas. Según me acomodaba me frotaba para que notara mi humedísima vagina contra su pene. Me frotaba, me restregaba. Deslicé mi mano y acaricie su pene. Los dos al unísono soltamos un ¡ooh! ¡Ya lo tenía! Lo agarré, me incorporé un poco y comencé a jugar con su pene, duro, durísimo. Lo pasaba por la entrada de mi sexo, por mi clítoris hasta que no pude más y sin ningún esfuerzo me los metí entero hasta el fondo. ¡Sí, sí! ¡Ya está dentro! Al estar en esa postura llego hasta el fondo y tocó el fondo. Estaba gozando.



Me agarro fuerte de las nalgas para que me moviera arriba y abajo pero ahora tenía yo el control. Me quedé pegada a él y lo único que hacía era mover las caderas adelante y atrás como una bailarina de danza del vientre.



- ¡Oh, Noe, cariño, que gusto! ¡Sigue, no pares!



Continuaba con mi danza. Sentía mis flujos salir y empapar sus testículos. Mis labios abrazaban su pene para no dejarlo marchar. Adelante y atrás, arriba y abajo.  Teo presionaba como si quisiera desaparecer dentro de mí y con cada embestida llegaba a la pared del fondo y hacia que mis gritos de placer fueran enormes.



- ¡Sí, Teo, sigue! ¡Más, más! ¡Oh, Dios mío, voy a llegar, me corro, me corro!

- ¡Sí, Noe, córrete, córrete!
- ¡Síí, ahhh!- Gritamos a la vez.


Notaba como me inundaba por dentro. Notaba su ardiente orgasmo dentro, golpeando todo mi interior.



Los latidos de nuestros sexos se sincronizaron y palpitaban al mismo tiempo. ¡Bum bum, bum, bum! Como dos tambores golpeando fuerte.



Me rendí exhausta encima de su pecho. Respirábamos fuerte, entrecortados. Pasó sus manos por mi vientre y subió hasta mis pechos, me estremecí y mi piel se erizó. Mi orgasmo aun recorría mi cuerpo.



Me giré, lo miré y le dije:



- Cariño, es la mejor noche que he tenido nunca. Esto es inolvidable.

Sorpresa en casa

Después de una dura semana de trabajo por fin era viernes. Salí de la oficina y me dirigí hacia el supermercado que está cerca de mi casa para comprar algunas cosas para el fin de semana.

Al llegar al portal, miré hacia la ventana de mi piso y vi que la luz estaba apagada. 

   - Que raro, aun no ha llegado a casa.- Pensé

Le di al botón del ascensor  y presioné el numero de mi apartamento. Al abrirse la puerta del ascensor vi un reflejo, no era la luz del piso, era algo diferente. Abrí la puerta y el salón solo estaba iluminado por cuatro velas y sonaba en los altavoces del ordenador una canción que me encanta.

Justo al lado de las velas había un papel escrito a mano y un antifaz. El papel tenía escrito:
  1. Di " Hola, estoy aquí"
  2. Deja todo lo que traes
  3. Quítate toda la ropa menos el sujetador y las bragas.
  4. Ponte el antifaz
  5. Di "Lista"
  6. Espera por mí. Yo vendré a buscarte.
Hice todo lo que ponía en el papel y segundos después él se acercó a mí por detrás. Me acarició suavemente los brazos mientras me quitaba el reloj y los anillos que llevaba y al mismo tiempo me besaba en el cuello. Al terminar de quitarme todo, deslizó sus manos por mi vientre y cuidadosamente levantó el elástico del tanga que llevaba para acariciar la delgada linea de vello que tengo, lo cual hizo que me estremeciera.

Comencé a andar con el antifaz en los ojos, sin ver absolutamente nada, guiada por él. Llegamos al dormitorio, me acercó a la cama y me dijo que me echara en el medio. Completamente a ciegas no sabia lo que iba a pasar. 

Me separó un poco las piernas y empezó a acariciarlas y a besarlas. Continuó subiendo, me lamió las ingles y rozó mi ya humedecido sexo. Pasó por mi tripa y me acariciaba. Notaba que mi piel se erizaba y me daba mucho placer. Me besó en el cuello y rozó con su boca mis labios. Le buscaba pero no le encontraba. Empezó a bajar otra vez por mi cuerpo y me quitó el sujetador dejando al aire mis pezones duros y erectos. Después me quitó el tanga. Completamente desnuda y sin poder ver, noté su respiración en mis labios exteriores y pasó su lengua por mi clítoris. Estaba muy cachonda. Dejó de tocarme. ¿Donde está?

A los pocos segundos me cogió un tobillo y noté que anudó algo en él. Me cogió el otro e hizo lo mismo. Estaba indefensa, con las piernas atadas y sin ver nada. La falta de libertad y de visión hacia que mis sentidos y mi lívido aumentaran. Volvió a desaparecer.

Algo me tocaba, me acariciaba. Era un pequeño látigo de 5 fustas que tenemos. Lo pasaba por encima de mis brazos y mi cuerpo. Mis pezones querían salirse de mi cuerpo, tenía toda la piel de gallina. Con el látigo fue hasta mis manos, agarró mi muñeca y también anudo algo a ella. Se fue hacia la otra mano e hizo lo mismo. Estaba atada a la cama. Era la primera vez que hacia eso pero me estaba gustando mucho.

Oí como se desnudaba. Noté el calor de su cuerpo encima mí. Notaba su pene acercándose y rozando mi vagina completamente mojada. Me besaba el cuello, rozaba de nuevo mi boca, lamia mis pezones, besaba mi barriga, acariciaba mis ingles y tocaba mi clítoris con sus dedos. ¿Eran sus dedos?

Algo tocaba mi clítoris pero me di cuenta que no eran sus dedos. Estaba mojado, duro y suave. Acercó su mano a la mía y me dio un pequeño mando. Era un vibrador con mando a distancia. Estaba lubricado aunque no hacia falta por lo mojada que me encontraba.

Jugaba con el vibrador, lo subía y lo bajaba hasta encontrar el agujero de mi vagina. Lo introdujo suavemente hasta meterlo completamente. Yo activé el mando y el pequeño aparato empezó a vibrar. Cuando el vibrador comenzó a moverse, él empezó a besarme y lamer mi vagina, mis labios, mi clítoris. Hacia círculos con sus dedos y su lengua para excitar aun más si cabía mi sexo. Yo le daba a las diferentes velocidades del vibrador. Me encorvaba, gozaba, gemía de placer. Su lengua. Su lengua, junto al pequeño juguete hacían que estuviera a punto del orgasmo.

Sacó el vibrador de mi vagina completamente mojado y lo puso en la base del clítoris. ¡Iba a correrme, iba a correrme! Yo le daba compulsivamente al mando para cambiara de velocidades, estaba a punto. ¡Ahí, ahí!, le dije. ¡Oh, oh, sí, sí! Y el mejor de los placeres llegó. Un orgasmo enorme, húmedo, agotador. Notaba como latía mi vagina, estaba exhausta pero quería más.

Él subió rápidamente hacia mi boca y me besó muy apasionado. Al mismo tiempo que me besaba metió su pene sin ninguna resistencia por mi parte. Estaba dilatada, caliente, mojada. Empujó fuerte y llegó hasta el fondo. Él sabe que si toca el fondo el orgasmo llega en cuestión de segundos. Volvió a empujar, continuaba entrando y saliendo, fuerte, rápido. Le agarraba fuerte por la espalda, yo gemía de muchísimo placer, iba a llegar de nuevo. ¡Sí, aquí viene de nuevo. Otro orgasmo! ¡Sí, sí!¡Oh, sí, joder! Y al mismo tiempo llegó él. Llegamos los dos al mismo tiempo. Notábamos nuestros sexos latiendo fuerte, con la piel completamente sensible al tacto por el placer que acabábamos de sentir.

Fue fantástico. Me muero de ganas por la siguiente sorpresa.

;-)

P.D: Hecho real ocurrido hace unos días. ;-)

Atada


- ¡Qué barbaridad, las 3 de la mañana y yo aun despierto y mañana tengo una reunión muy importante!

Desde que a Alejandro le ascendieron hacia más de 2 meses que no dormía bien. El ascenso conllevaba un importante aumento de sueldo pero también una gran responsabilidad por lo que se encontraba estresado y un poco desbordado.

Estaba en la cama viendo los canales internacionales de noticias mientras su mujer, una preciosa alemana rubia y esbelta, dormía plácidamente a su lado. Alejandro comenzó a cambiar de canal ya que las noticias le estaban aburriendo. Su mujer dio un pequeño suspiro en su reconfortante sueño, él la miró y le dio un beso cálido en los labios seguido de un te quiero.

En su afán de intentar ver algo que le entretuviera en su noche de insomnio, llegó a un canal rumano en el que aparecía la chica del tiempo. No es que la información meteorológica fuera muy interesante si no que la chica que estaba en pantalla presentaba el programa en tanga y sujetador. Alejandro soltó una carcajada y se quedo mirando el programa. Según iba hablando la presentadora se iba desabrochando el sujetador y Alejandro comenzó a notar que tenía una erección. Se estaba excitando con la chica del tiempo. Continuó observando a la presentadora. Cuando esta cambió de mapa para hablar sobre Asia se agachó y deslizo el tanga por sus largas piernas hasta dejarla caer al suelo. - ¡Ostia!-. Dijo casi gritando sin querer Alejandro. Esto le excito aun más. Miró a su mujer por si la había despertado pero ella seguía disfrutando de su viaje por las sabanas. Ese vistazo a su mujer y el comprobar que ella no se despertaba le dio una idea.

Con mucho cuidado se giro y abrió uno de los cajones de su mesilla. En él había una gran variedad de juguetes sexuales. Algo que a los dos les gustaba bastante. Movió con cuidado un bote de lubricante y un consolador y debajo encontró dos pares de esposas. Las cogió y las puso encima de la mesilla. Alejandro se levantó con cuidado y fue a buscar en el cajón de su ropa dos fulares. Ya con ese arsenal estaba preparado para su plan.

Se volvió a la cama, se acercó a su mujer y comenzó a acariciarla desde el hombro izquierdo hasta la mano. Le cogió la muñeca, le puso un extremo de las esposas y con sumo cuidado levanto el brazo hasta el cabecero de forja para enganchar allí el otro extremo de las esposas. Sigilosamente hizo lo mismo con el brazo derecho de su mujer.

Continuando con la idea que le rondaba por la cabeza, empezó a deslizar sus manos por el cuerpo de su esposa hasta llegar al tanga que tenia puesto. Por fortuna para él, era de esos tangas que tienen enganches por los lados, por lo que no tuvo que hacer mucho esfuerzo para dejar al descubierto el pubis rasurado de su bávara. Empezó a bajar  por las piernas con los fulares en las manos hasta llegar a los finos tobillos. Cogió primero el tobillo derecho e hizo con uno de los fulares un nudo. Deslizo más hacia la derecha la pierna y ató el otro extremo a la parte de los pies de la cama, también de forja. Con el pie izquierdo hizo la misma operación. Se incorporó un poco, observó a su mujer y la vio completamente desnuda, dormida y con los brazos y las piernas atadas.

Con esa imagen se agacho con cuidado y empezó a acariciarla muy suavemente las piernas. Acariciaba una y besaba la otra. Cambiaba de pierna y hacia lo mismo. Ya estaba por encima de las rodillas y seguía besándola mientras sus manos tomaban la delantera y llegaban a la cadera de ella. Las manos eran como si tuvieran vida propia y mientras él se entretenía en sus muslos, las manos comenzaban a tocar el pubis, se movían hacia las ingles y rozaban los labios suaves y rosados de la vagina de su esposa. Alejandro estaba ya muy cerca del sexo de su mujer y pasaba la lengua por el interior de los muslos hasta tocar con la punta de la nariz los labios exteriores. Alzó un poco la cabeza para ver si ella se había despertado. Aun seguía durmiendo pero Alejandro apreció que ella se estaba mordiendo el labio inferior como si lo que su marido le estaba haciendo le estuviera dando mucho placer. Él se quedo pensando y se tuvo que tapar la boca para no dejar escapar una carcajada. - ¡Está teniendo un sueño húmedo! -. Pensó.

Volvió a bajar la cabeza y allí tenía de nuevo el sexo de mujer, se acercó y lo besó apasionadamente, como si fuera un beso real. Pasaba la lengua por la vagina de ella, succionaba los labios, los lamia. Ayudado por las manos, abrió un poco la vagina y dejó al descubierto el clítoris. Se acercó poco a poco y pasó suave, muy suavemente la punta de la lengua por él. Su mujer gimió. - Mmmm.- Siguió pasando la lengua, jugando, haciendo círculos y saboreándolo. Notó que su mujer estaba húmeda. Al ver que su esposa se estaba excitando por ese "sueño" que estaba teniendo, Alejandro continuó.

Empezó a subir por su cuerpo besando su estomago y sus manos, de nuevo, tomaron la delantera. Esta vez agarraban con fuerza por debajo los pechos de la alemana. Él siguió subiendo y sus manos coqueteaban con los pezones hasta que estos se pusieron duros y erectos. Cuando Alejandro llegó a la altura de la cara de su mujer, con mucho cuidado la beso y al mismo tiempo y con mucho más cuidado comenzó a penetrarla. Poco a poco, de manera muy suave. No quería que se despertara y tampoco quería hacerla daño. Ella seguía mordiéndose el labio y gimiendo de placer.

Al no querer despertar a su mujer, Alejandro la penetraba despacio, salía y entraba muy despacio, era algo nuevo. Notaba con más claridad lo mojada que estaba ella y eso le hacía excitarse. La penetraba hasta lo más profundo y notaba como su pene llegaba hasta el fondo de su vagina. Cada vez que llegaba al fondo, ella soltaba un gemido. - Mmmm, mmm.- Alejandro no podía más, estaba a punto de explotar dentro de ella. Paró un momento pues quería seguir disfrutando de lo que estaba haciendo. Siguió con la lentitud y el cuidado con lo que la estaba penetrando. Entró dos veces más hasta el fondo y observó que su mujer había tenido un orgasmo. Ella estaba muy húmeda y muy caliente por dentro. Él aguantó solo una vez más y se corrió. Tuvo que morder la almohada para no gritar por el  tremendo orgasmo que acababa de tener. El haber tenido sexo con su mujer despacio, con sigilo y sin que ella se diese cuenta le había hecho tener uno de los mejores orgasmos de su vida.

Exhausto se echó a un lado, desató a su mujer y se quedó dormido.

A la mañana siguiente, se levantaron los dos, se besaron y se pusieron a desayunar.

Ella le dijo:

- Sabes cariño, ayer tuvo un sueño, uuff, como te los explicaría... muy caliente
- ¡Ah sí! ¡Cuenta, cuenta!

;-)