Semáforo, luces, acción

9 de Febrero. Estaba lloviendo mucho. Decidí coger el coche y salir a dar una vuelta. Llevaba unos 20 minutos conduciendo cuando me dio por mirar y vi a una amiga que estaba por casualidad en mi ciudad, Barcelona.

- ¡Caroline!-. Le grité desde mi coche. Sorprendida se giró y con una sonrisa de oreja a oreja gritó mi nombre.
- ¡Alberto! 
- No te esperaba por aquí. Está lloviendo mucho Caroline, ¿quieres que te lleve? 

Ella sin decir nada, abrió la puerta de mi coche y entró dándome dos besazos un poco intensos, ya que hacia muchísimo tiempo que no nos veíamos.

Ella estaba radiante, nunca la habia visto asi de guapa y sensual, vestido negro hasta la altura de los muslos y tacones negros a juego.

La miré durante 10 segundos sin apartar la mirada mientras le decía que estaba más sensual y sexy que veces anteriores. Con una sonrisa ruborizada me dijo que tenía la sensación de que nos íbamos a encontrar. Al decirme eso me contagió su sonrisa ruborizada; sin pensarlo le di un abrazo al cual ella me lo correspondió diciéndome al oído que no llevaba ropa interior. Eso hizo despertar en mí mi libido y en cuestión de segundos comenzamos a besarnos. Nunca antes lo habíamos hecho pero parecía que estábamos acostumbrados a estar juntos.
Arranqué el coche sin ningún destino definido pero con la certeza que el viaje, fuera donde fuera, iba a ser muy excitante.

Las calles estaban completamente desiertas por lo que era una maravilla poder conducir por las grandes avenidas de la Ciudad Condal. En la radio sonaban los 40 principales. Nada en especial, pero le daba a la situación un ambiente especial. La lluvia, las calles vacías y Caroline a mi lado. Cada vez que nos parábamos en un semáforo la miraba embelesado y ella, sin ni siquiera inmutarse seguía mirando al frente pero jugueteando a la vez. Ponía la mano en mi pierna y por cada semáforo en el que nos deteníamos ella la subía un poquito más. Entre un semáforo y otro yo reducía la velocidad para que la luz roja hiciera su aparición y el destino de los dedos de ella fuera mi entrepierna.

- Uy mira, otra luz roja .- dije

Y su mano continuaba subiendo. Estaba a menos de dos centímetros de mi ingle y esa cercanía estaba haciendo que mi erección quisiera romper mi vaquero.

Nos paramos en otro semáforo y su mano alcanzó su destino. Con su dedo meñique, blanco, largo y estilizado, rozaba un testículo que se adivinaba por mi vaquero. Lo movía de adelante a atrás y yo no podía más.

- Caroline, ¿no vas a seguir un poco más hacia arriba?
- Tranquilo, no hay prisa. Tu déjame hacer a mí
- Ok, lo que usted mande señorita

La siguiente luz roja se iluminó y Caroline no seguía subiendo su mano por mi pierna. Nos detuvimos en varios semáforos pero ella seguía solo acariciándome y sin subir la mano. No sabía cuáles eran sus planes pero conociéndola seguro que eran buenos.

Continué conduciendo hasta que me di cuenta que cada vez que un semáforo se ponía en verde ella subía su mano poco a poco por su pierna deslizando el vestido hacia arriba. Me tenía a mil.
Deseando que llegara el próximo semáforo, ella me miraba con una sonrisa mordiéndose los labios mientras seguía acariciándome el pantalón. ¡Me iba a reventar! 

En el siguiente semáforo nos paramos. Había mucho morbo entre esos cuatro cristales. Sabiendo que cuando se pusiera en verde ella terminaría de subirse el vestido para dejar al descubierto su bellísimo sexo depilado.

No hacían falta palabras para comunicarnos, nos entendíamos bien corporal y visualmente.

- Caroline no aguanto más.- le dije.

Ella comenzó a bajarme la cremallera muy despacio, mi pene erecto estaba deseando salir a la luz.

- No dejes de mirarme.- me dijo ella

Eso cada vez me iba subiendo la temperatura, y a ella también.

- Mira otro semaforo...- le dije
- Quedémonos en este, no salgas, la calle está desierta.- me dijo ella

Paramos el coche y le puse el freno de mano.

Durante varios ciclos del semáforo estuvimos allí parados. Caroline acariciaba mi pene muy suavemente desde la base hasta el glande haciendo que la sensación de placer fuera enorme. Mientras tanto ella jugaba con sus dedos y sus labios.

- Arranca.- me dijo
- ¿Seguro?
- Sí, continua conduciendo

Giré la llave y puse el coche en marcha de nuevo.

Mientras conducía, ella me seguía acariciando solo con los dedos hasta que su mano se agarro a mi sexo como un pulpo agarra a su presa. Presionaba y movía su mano arriba y abajo, haciendo leves giros que me estaban llevando al éxtasis. La conducción se hacía complicada pero muy excitante. Ella mientras, seguía jugando consigo misma y podía escuchar lo húmeda que estaba. La escuchaba respirar, la veía de reojo morderse el labio de tanto placer que la situación y ella misma se estaba dando.

Arriba y abajo, rozaba con su pulgar el frenillo de mi pene. Me estaba muriendo de placer. Cada vez que tocaba mi glande daba acelerones causados por el placer y en uno de esos movimientos bruscos del coche, mientras Caroline seguía dándose placer, hizo que uno de sus dedos de deslizara dentro de su vagina. ¡¡Aaahhh!! gritó. A partir de ahí su ritmo en ella y en mi fueron mas rápidos.

Yo seguía a duras penas conduciendo. Apretaba las manos en el volante, respiraba, jadeaba, no podía más.

- Caroline, me voy a correr
- No, aun no, aguanta
- No puedo, eres demasiado, estoy muy cachondo.

Inmediatamente después de decir eso y sin darme tiempo a decir nada más, se quitó el cinturón rápidamente y se inclinó hacia mí. Se introdujo todo mi pene en su carnosa boca y me corrí en un grito de placer. Ella llegó segundos después, pude sentir la vibración de su boca provocada por los gemidos de su orgasmo. Mi pene hipersensible latía a cada vibración.

Jadeantes, exhaustos y sudorosos, nos miramos y nos reímos.

Ella me besó en la mejilla y me dijo:

- ¿Un café?
- Ok pero yo pago.

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